... vàmonos para Guerrero.
Me lancé a Acapulco. Fue por trabajo en realidad pero éste me lo despaché en un tris y el resto fue arena y sol, el mar azul, contigo yo, conmigo tú (jajaja, no mami blue).
La chamba estuvo relacionada con el tema del saneamiento de las playas. Que si Cacapulco o Acapulco, que si las aguas residuales, que si la basura, que si la nueva policía ecológica, que si las barredoras marinas, que si la Capama (los encargados del alcantarillado del puerto) realiza bien sus funciones, que si la Cofepris (instancia federal que vigila riesgos sanitarios) jugó con mala leche en la víspera de la Semana Santa al advertir sobre la contaminación en una de las playas (Caleta, de las más populares)... En fin.
Un hecho es que la bahía de Acapulco, como un sinfín de puertos en el mundo, no es la misma cada 12 hrs. El viento, el oleaje, las corrientes marinas, llevan a cabo un proceso universal que todo lo cambia constantemente. Ya lo dijo Heráclito: "todo fluye" y uno no se puede bañar dos veces en el mismo río; las aguas no son las mismas ni tú serás el mismo (La Cita del Día). Si los resultados de una prueba de mar salen contaminados, rato después variarán, además de que los rastros de dicha prueba estarán muy relacionados al contexto en que se hayan recogido.
Pero eso por un lado, porque tampoco es mentira que el puerto adquirió su fama por méritos propios. El desagüe en ciertas partes fluía con libertad y se mezclaba con el mar a escasos metros de bañistas que quizá llegaban a pensar que aquel cilindro café que veían en el agua era un extravagante pez nadando de a muertito. Y qué decir de ciertos visitantes, que piensan que las playas son sus casas y si en éstas la ley es tirar basura donde la gana lo decida, obvio lo hacen extensivo a esos terrenos que, consideran, son suyos por breves momentos. Realidades que, por fortuna y dada la presión que significa ser un sitio que vive del turismo, van quedando atrás...
Hicimos recorridos por las playas, a pie, en lancha y en helicóptero. Con caca o sin caca, qué hermosa vista. Díganme si no...
Acapulco no se ensucia más que otros destinos turísticos comerciales, como podría ser Cancún, Puerto Vallarta, Mazatlán, Los Cabos. Para playas más limpias, están las de cabañita y camping y pescado a la talla con frijoles de la olla y veladas a la luz de una fogata con un churro de mota acompañados de italianas hippies y estudiantes de Filosofía y Letras, de Ciencias Políticas (ups, ahí me hablan) o hipsters de la Ibero (Mazunte, Playa Paraíso, Maruata, Michigan, Tulum viejo, Zipolite, et al).

Más bien el "pecado" de Acapulco es que ya no es más el puerto número uno del turismo internacional (ahora lo posee la Riviera Maya, que, vale recordar, ya también se la están acabando). Ya no es el Acapulco de
Tin Tan o el de la luna de miel de los Clinton. Vaya, ni el Acapulco de aquella insufrible
La Risa en Vacaciones 2. Ahora es el puerto que queda a escasas cinco horas del DF y donde cada semana santa, vacaciones de verano, fin de año o puentes laborales, se desprende toooooooooda la chilangada. Y en provincia, la chilangada -hay que aceptarlo aunque a los defeños nos duela en el alma- es sinónimo de la naquiza... Sniff.

La naquiza, perdón, la chilangada, llegamos, perdón de nuevo, llegan al puerto anunciando su arribo. Son identificables hasta para un ciego. Ruidosos, desmadrosos, con la abuela, el perro. Chicas de pelo rubio y raíz negra que se meten al mar con sus playeras de "Busco novio con auto" o aquellas que además de las tangas muestran su alto grado de autoestima y valentía. Los compadres bien pedos bajo las sombrillas, relucientes sus vientres que se mueven con cada carcajada sonora que dan al ver a sus hijos jugar con los amigos, los primos y los hermanos entre las olas. Las mamás que, con la abuela o la tía, acaban de llegar del Oxxo y el Soriana más cercano, y preparan los emparedados de atún o tortas de jamón o de queso de puerco pa' "después que los niños haigan nadado"... ¡Aaaaaahhhh, qué bonita familia!


Y las playas preferidas de mis paisanos (chilango entendiéndose como aquel que pertenece a la Ciudad de México) son
Caleta y Caletilla, atascadísimas -como se podrá ver en las fotos- porque el agua "está calientita", por su bajo oleaje que garantiza que el mar no se lleve a la abuelita o al niño de seis años, porque parece "una alberca gigantota" y porque ahí es donde está "la virgencita" del fondo del mar que se puede ver en las lanchas con fondo de cristal. Insisto: ¡Qué bonita familia!
En esta temporada la crisis pegó. Muchos durmieron en sus autos o en los camiones en los que llegaron. En las playas también. Y la renta de casas por noche, creció. Subejercicio hotelero. Como sea, la chilangada es muy devota y la tradicional ida a Acapulco no la iban a dejar pasar así como así...
Y es que, como dice la canción, en el mar la vida es más sabrosa. El calorcito. La alberca. El mar (gulp!). El sol pegando donde no siempre lo hace. El pescado frito, las almejas con limón y salsa Valentina, los camarones a la diabla, el pulpo al mojo de ajo, los ceviches mixtos, la cervecita fría... (vale madre, y yo ya aquí en el DF escribiendo esto cenando unas tristes sincronizadas). Fue también divertido ver los nombres del transporte público sobre la Costera Miguel Alemán.




Obvio, en las noches salimos. Me llevaron a un lugar llamado Barba Roja, al lado de donde está el bungie. Todos y todas con sus mejores garras para una noche costeña. La cerveza, en proporciones, le daba pelea al mar. La luna, como cíclope metiche en la negritud del cielo, era fiel testigo de esos miles y miles ávidos de excesos que desfilaban por la bahía. Las borracheras en los puertos tienen otro matiz: el calor a flor de piel, la sal en la epidermis, la diversión como único fin y el desprendimiento en muchos de todo tipo de deberes, crean el ambiente propicio para que Eros haga de las suyas... Eros, que no Cupido.
Y bueno, siempre los viajes dejan más que descanso: resulta que en Guerrero, me dicen, hay una palabra que usan muchos casi como muletilla, "chingaputamadrazo", y que se debe a un guerrerense ilustre al cual, desde esta humilde tribuna, se le desea sincera y pronta recuperaciòn,
Josè Agustìn.