¿DÓNDE TE AGARRÓ EL TEMBLOR?
may222009Metido en la computadora y en franca espera del término del día, una amiga, Rocío -Chío pa' los cuates- rompió el no tan pesado silencio de nuestra desmadrosa oficina: "está temblando".
ADIVINA ADIVINADOR...
may182009CUÉNTAME UNA HISTORIA...
may122009RENOVACIÓN SOCIAL (O LA EXTERMINACIÓN DE LOS GARGAJOS)
may092009Qué calor hace (endiablado). Mientras el sudor aflora en la espalda (humedece la camisa) escribo esto sentado a la silla.
Estoy desvelado (me duele un poco la cabeza). Ayer salí con amigos a recobrar la ciudad, después del virtual toque de queda en el que se nos enclaustró las dos últimas semanas.
Del Salón Corona (tacos de pulpo, michelada de cerveza oscura, quesadillas y el saludo del buen Mingo, mesero tótem del lugar) al Madero Red (botana de chicharrón enchilado amenizado por DJ's electroscurosochentosos) para terminar en el Pasagüero (DJ Aztek y sus scratchs con éxitos musicales de ayer y hoy), el objetivo final se cumplió: encontrarse con las amistades (Judith, Robert, América, Nata, Yolanda, Juan, et al), conversar animadamente (la contingencia sanitaria devenida activo político electoral, la ineptitud del sector salud, el tatuaje de la DJ del Madero Red, el cartón de Hernández de los "chicos superpanistas", el libro de Carlos "el ahumado" Ahumada, el buen sabor de los tacos de pulpo del Corona, la señora con el ojo tapado que siempre pide dinero por la avenida 5 de mayo), beber y refrescarse la garganta, esa garganta tan vigilada en los días recientes (micheladas oscuras o claras, cubanas, León, Indio, XX Ámbar...), bailar para desentumir el cuerpo (me aventé los pasos de Billy Jean magistralmente)...
Y es que volvíamos a la normalidad, así, en cursivas. La cotidianidad citadina (el tráfico, las mentadas de madre de los cláxones, el metro a reventar, la neblina de smog, las prisas, los ríos de gente) nunca habían caído tan bien en el ánimo de los chilangos. Fue una especie de reencuentro con la identidad defeña (una identidad a últimas fechas adulterada y trastocada).
Una normalidad en cursivas porque después de esta experiencia traumática (no exagero, el miedo reinó en millones de habitantes, primero en el DF, luego en México, para después extenderse hasta lugares como China) creo ya no seremos los mismos. O seguiremos siendo los mismos, pero ya con un perfil más definido.
Me explico: a partir del flujo de versiones sobre el origen y el manejo de la influenza AH1N1 (no gripe porcina -pobres puercos, no tienen la culpa-, no gripe mexicana- los mexicanos, como Pepe El Toro, somos inocentes-), la sociedad mexicana tuvo un momento esencial para verse en el espejo de la situación y autoevaluarse. Sobre el caso tuvo la información oficial (echa bolas, como siempre, y con sus ya obligados aires de triunfalismo y sus dosis de surrealismo), la información de los medios electrónicos (monopolios que estuvieron montados -con su respectivo maquillaje para aparentar pluralidad- en la agenda oficiosa) y la información multicanal (aquella que brotó en columnas, mensajes, correos, blogs) y que abordó el tema de una manera no tan ingenua y más crítica.
El hecho de que muchos ciudadanos se apanicaran (¿quién no vio gente en sus autos, con las ventanas cerradas, solos con su alma y su volante, con cubrebocas y hasta con guantes de látex en las manos?), o de que otros tantos tomaran en cuenta el llamado a la prevención pero sin caer en el alarmismo, manteniendo una actitud crítica ante la contingencia, son elementos que fomentan más la personalidad del país en este inicio de siglo... Sólo que una duda queda en el aire: ¿cuál de estas dos poblaciones (representativas) juega en verdad un papel relevante en el país? ¿Cuál es la que en verdad pesa e incide?
A la distancia de las "medidas enérgicas" que trajo consigo el brote virulento, veo que el caso de la influenza es ya otro de los capítulos de la vida nacional que ha despertado fuertes polémicas en últimas fechas (no me voy tan lejos, hablo de este sexenio): el conflicto electoral, la legitimidad de Calderón, los policías y militares ligados con la delincuencia organizada, el "accidente" en el que murió Mouriño y Vasconcelos, las formas y maneras de Elba Esther Gordillo, los (sospechosos) granadazos de Morelia, la impunidad con la que se pasea Fox (y su esposa, y sus hijastros), la protección oficial a funcionarios claramente ligados de una u otra manera a la pederastia (botellas de cognac), el ejército de muertos por doquier... Y para no hacérselas larga, la última entrega de esta historia de película: ahora resulta que siempre no es catarrito y que ya estamos, oficialmente, en recesión... Situaciones. Todas y cada una de ellas, realidades presentadas en su momento. Con inicio... pero sin final.
A tono con esto, justamente ahora leo el libro "Las historias más negras de narco, impunidad y corrupción en México" (de José Reveles, de reciente salida en librerías). Si les gusta el género del terror, les recomiendo esta investigación periodística, la cual cierra su introducción con estas contundentes líneas: "Estas páginas son un intento de aproximación a la verdad en un sistema de gobierno diseñado para el ocultamiento, en una sociedad que está ávida de saber y de confirmar sus más terribles sospechas, en un país donde -para desgracia de sus pobladores- no pasa nada".
Nada de nada. Siento que en otro país un poco más decente (ya no digamos democrático) algo, mínimo que sea, se hubiera movido. Pero aquí, nada. Nada de nada.
¿Qué nos habrá dejado la influenza, no sólo como virus sino también como contingencia y el manejo que se le dio? ¿Nada de nada?
Así las cosas -y no bajo la visión del pesimista sino del realista informado- al menos espero que el AH1N1 haya dejado una enseñanza en este pueblo. Sí. Que ya no existan esos pinches señores que uno se encuentra en el metro o en la calle gargajeando a la vista de todos, sin rubor alguno, para después lanzar, ya a las vías, ya a la calle, su escupitazo verdoso y balbuceante. Asquerosos.
IDEAS BREVES DE UNA SEMANA ABURRIDA
may0520092. Todo parece indicar que los conciertos de Metallica no se cancelan. ¡A wevo!