¿A DÓNDE VAS CUANDO TE VIENES?

Éxtasis de Santa Teresa

(ADVERTENCIA: Esta entrada no es apta para seguidores del cardenal Norberto Rivera... Pero si estás libre de pecado, ¡pues bien-venido/a!)

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La pregunta la quiero compartir con ustedes después de la lectura de la Rayuela de La Jornada del día de ayer:

"El Vaticano informa: '...quedan notificadas todas las mujeres que se encuentren en la cama, desnudas y bien acopladas a otra persona, dando pequeños gritos de ‘ay, Dios mío; ay, Dios mío’, que éstos no les serán contados como oraciones...'"

Al leerlo no supe si era broma o realidad, de lo descabellado de la cita, pero viendo quién lo dijo, todo es creíble (y más en la era Ratzinger).

Pero más allá de eso, es cierto que cuando una pareja (hombre, mujer, no sólo mujeres en la visión sexista vaticana) se encuentra en la cama (aunque no necesariamente ni sólo en ese lugar), desnudos (o semi, o en puros calzones y calcetines), bien acoplados (acoplar según la RAE: "prnl. coloq. Dicho de una persona: Unirse a otra o a varias, para hacer algo coordinadamente", o por si no les quedó claro, "procurar la unión sexual de los animales"), en esas circunstancias, los seres humanos en el fragor de los roces que van in crescendo, que hacen temblar las piernas, sentir un rico cosquilleo explosivo que se ubica por las caderas, un ardor intenso y quemante que tensa las nalgas y donde los ríos se desbordan, el tiempo se olvida y el espacio ni importa... ahí, la conciencia se pierde, no reina la cordura, y las posibilidades de reacción son tan variadas como las cabecitas (las de arriba) de quienes experimenten estos placeres inmensos. Esta secuencia en la película de Amélie explica muy bien la idea. No todos nos vamos de la misma manera pero el destino es único... y gozoso.

Las llamadas y suplicas a Dios en el momento justo del pecado concebido, imagínenselo: la escena para los medievales católicos ha de ser fulminante. Un par retozando bajo el manto de la tentación malsana y pecaminosa del sexo (y máxime si no es entre hombre y mujer, recién casados, en la posición del misionero, bajo cobijas, en tres minutos y con el simple fin de la procreación y cero placer)... Implorar a Dios a todo pulmón por el disfrute experimentado ("los vecinos me valen madre") para luego morirse momentáneamente y al tercer minuto medio resucitar y darse cuenta que... ni creyente se es.

Para mí no existe Diosito (sólo en el Canal 9 con las películas de Enrique Rambal en Semana Santa) pero la divinidad vaya que sí la he percibido, y más en esos momentos de apendejamiento mojadito. Efectiva su presencia.

Los únicos animales que buscamos el sexo por placer somos nosotros y los delfines. Lástima de los cerdos, pues desperdician los 30 minutotes que la naturaleza les brindó para irse cuando se van... Malditos.

Pero se vale mucho jugar al cerdito y correrse bieeeeeeeeeeeeen delicioso. Oink, oink! Guácala, qué rico!!!!!

"El orgasmo es de quien lo trabaja", y si Dios, Diosito, Huitzilopochtli, la naturaleza, la mística, el destino, los extraterrestres o quien haya sido, nos ofreció estos juguetitos pa' jugar con ellos, pues...

Y ustedes, ¿a dónde se van cuando se vienen?

Videazo

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(Si son de los que creen todavía en Santa Claus o los Reyes Magos y cayeron en la tentación de leer esta cochina entrada, pues ¿para qué andan de morbosones? Así que no se ofendan, como ya ha pasado... ¿Qué me queda decirles? Bienvenidos al mundo de la concupiscencia, hijos míos...)